Serio. No, yo no lo llamaría así. Mejor… cómo decirlo. Sin exagerar, reservado. Sin mucho que decir pero con deseos de escucharlo hasta el último segundo. No exagero, con pocos amigos, pero no le faltan. Ni le sobran ni le faltan. Ven tú, dime cómo es. Ándale, ya ven. Sí, en definitiva concuerdo contigo. Sólo que te falta una cosa; sin exagerar, apacible. Eso sí, hay las veces que no puede ni el pobre solito, pero no, tranquilito, mansito el niño.

A ver, ahora ven tú. Platícanos. Ah, que si es soñador, el cabrón. Tal vez abusa de eso. Suele preocuparse, en lugar de ocuparse. Yo ya le he dicho, no te andes con mamadas que vas a terminar mal. Que no quede de ti, mínimo. Pero qué se le hace; sin exagerar, necio, el cabrón.

Sin exagerar, chinga, te estoy diciendo que sin exagerar. No bueno, en eso sí tienes razón. De confiar, el pelado, de confiar. De no ser por él, hubiera pasado algunos muy malos momentos, pero como siempre, saca la casta, no decepciona. Siempre de frente, como él me dice, siempre de frente, ahora yo lo digo.

Pero ya estuvo bueno, me toca hablar a mí, así, sin exagerar. Y digo que noble, por ésta. Y digo que reservado. Y digo que amigo. En verdad, sin exagerar, soñador pero amigo. A veces de confianza, otras de no me hables, no me jodas, y de veras, sin exagerar, no lo jodas. Pero necio, eso que ni qué. Lástima que ya no alcanzaste a hablar, será para la otra. Pero así, sin exagerar, te digo que no exagero.